El pueblo oriental ha despertado nuevamente porque la Patria peligra. Sobre nosotros se precipitan peligros nuevos, amenazas que nunca antes habíamos sufrido.
No es que vivamos en un paraíso. Desde la derrota de Artigas en 1820 la injusticia y la desesperanza acompañaron muchas veces nuestro paso peregrino. Algunas veces recuperamos la senda y creímos llegar a nuestro destino; pero cada vez que lo intentamos se interpusieron nuevos Rivera para confundirnos en los laberintos de un nuevo Salsipuedes.
Desde la derrota de 1820 vivimos jornadas de esperanza y sufrimos pactos entreguistas; fuimos a las luchas cívicas y a las guerras civiles impulsados por ideales y sufrimos las tiranías motivadas por la ambición genocida y lacayuna de los traidores. A veces fue tal el horror que la dignidad y el coraje quedaron refugiados sólo en algunos pocos y en algunas pocas.
Pese a todo, la tierra seguía allí intacta. Nos esperaba, engalanada y fecunda, como la madre ancestral espera al hijo pródigo que la ha olvidado por un tiempo.
Ahora nos la quieren matar. La están matando. Minería salvaje al servicio de los monstruos que dominan el mundo, sobredosis de monocultivos forestales, transgénicos y venenos por toneladas la agreden implacables. Ya las arterias y las venas de la madre tierra llevan ya el veneno que le han inoculado los despiadados saqueadores ambientales que nos oprimen.
La Asamblea Popular observa con orgullo la creciente conciencia y resistencia de nuestro pueblo ante la entrega de nuestro rico patrimonio. La previmos, la saludamos, la apoyamos y la acompañamos con todas nuestras fuerzas.
La actitud servil que adopta el Gobierno es aterradora. El silencio de la “oposición” parlamentaria es criminalmente cómplice.
Pero nuevamente de fogón en fogón se oye la voz: si la Patria me llama, aquí estoy yo.
Y cuando el pueblo ensilla dispuesto para un nuevo amanecer, entonces aparecen los demagogos que tratan de cosechar mezquinamente en la renacida conciencia popular.
No, señores; así no. ¿Quieren rescatar de verdad la tierra de su sentencia de muerte? ¿Están de verdad de parte de los pequeños productores que ahora se han levantad para sobrevivir? Entonces no basta con balbuceos confusos que aparentemente están dirigidos contra Aratirí.
¡Defínanse también contra la amenaza de la energía nuclear, contra la sobredosis de monocultivos forestales, contra los venenos que nos están dejando sin agua potable, contra el avance de las trasnacionales sobre la tierra productiva! Ayúdennos en las medidas urgentes que se deben tomar.
Los académicos valientes, esa minoría de universitarios que no se vende por cargos o becas, tienen propuestas para un desarrollo sustentable, que incluya hasta una minería responsable por galerías. Mucha gente de campo sabe lo mismo. Sabe que si en un proyecto de Patria se incluye el cuidado de la Naturaleza, se está incluyendo así a los desposeídos; se los incluye definitivamente en un proyecto para todos. En cambio, la oferta de trabajo juvenil de las mineras y forestales es sólo una inversión demagógica que ellas hacen por unos meses para engañar y darle salarios dignos a los jóvenes de la localidad. Es pura propaganda pasajera para edificar con las manos de esos mismos jóvenes la infraestructura del monstruo saqueador, del mismo emprendimiento genocida que en un futuro cercano los expulsará a ellos mismos de toda esperanza y envenenará el entorno en el que crecieron. ¡Miren el ejemplo de Fray Bentos: la desesperanza instalada definitivamente, las evaluaciones ambientales falsificadas o aplazadas!
El proyecto alternativo existe. Más fuentes de trabajo más estables, a partir del uso racional, sustentable, de los inmensos recursos de tierras y de capacidades humanas de los que disponemos. Mientras lo difundimos, mientras lo enriquecemos con el aporte de todos, bien, mientras tanto, señores, repetimos la pregunta ¿Quieren de verdad rescatar la tierra de su sentencia de muerte? Bien; entonces, mientras pensamos juntos, mientras aprendemos de la gente del campo, impulsemos juntos la MORATORIA.
-MORATORIA INMEDIATA Y GENERAL A LA EXPANSIÓN DE LOS MONOCULTIVSO FORESTALES
-MORATORIA INMEDIATA A LA EXPANSIÓN DE LA SOJA TRANSGÉNICA
-MORATORIA INMEDIATA Y TOTAL A LA MINERÍA A CIELO ABIERTO
Que cada uno se defina. El pueblo oriental está alerta; como en 1811, y renace su admirable alarma.
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No es que vivamos en un paraíso. Desde la derrota de Artigas en 1820 la injusticia y la desesperanza acompañaron muchas veces nuestro paso peregrino. Algunas veces recuperamos la senda y creímos llegar a nuestro destino; pero cada vez que lo intentamos se interpusieron nuevos Rivera para confundirnos en los laberintos de un nuevo Salsipuedes.
Desde la derrota de 1820 vivimos jornadas de esperanza y sufrimos pactos entreguistas; fuimos a las luchas cívicas y a las guerras civiles impulsados por ideales y sufrimos las tiranías motivadas por la ambición genocida y lacayuna de los traidores. A veces fue tal el horror que la dignidad y el coraje quedaron refugiados sólo en algunos pocos y en algunas pocas.
Pese a todo, la tierra seguía allí intacta. Nos esperaba, engalanada y fecunda, como la madre ancestral espera al hijo pródigo que la ha olvidado por un tiempo.
Ahora nos la quieren matar. La están matando. Minería salvaje al servicio de los monstruos que dominan el mundo, sobredosis de monocultivos forestales, transgénicos y venenos por toneladas la agreden implacables. Ya las arterias y las venas de la madre tierra llevan ya el veneno que le han inoculado los despiadados saqueadores ambientales que nos oprimen.
La Asamblea Popular observa con orgullo la creciente conciencia y resistencia de nuestro pueblo ante la entrega de nuestro rico patrimonio. La previmos, la saludamos, la apoyamos y la acompañamos con todas nuestras fuerzas.
La actitud servil que adopta el Gobierno es aterradora. El silencio de la “oposición” parlamentaria es criminalmente cómplice.
Pero nuevamente de fogón en fogón se oye la voz: si la Patria me llama, aquí estoy yo.
Y cuando el pueblo ensilla dispuesto para un nuevo amanecer, entonces aparecen los demagogos que tratan de cosechar mezquinamente en la renacida conciencia popular.
No, señores; así no. ¿Quieren rescatar de verdad la tierra de su sentencia de muerte? ¿Están de verdad de parte de los pequeños productores que ahora se han levantad para sobrevivir? Entonces no basta con balbuceos confusos que aparentemente están dirigidos contra Aratirí.
¡Defínanse también contra la amenaza de la energía nuclear, contra la sobredosis de monocultivos forestales, contra los venenos que nos están dejando sin agua potable, contra el avance de las trasnacionales sobre la tierra productiva! Ayúdennos en las medidas urgentes que se deben tomar.
Los académicos valientes, esa minoría de universitarios que no se vende por cargos o becas, tienen propuestas para un desarrollo sustentable, que incluya hasta una minería responsable por galerías. Mucha gente de campo sabe lo mismo. Sabe que si en un proyecto de Patria se incluye el cuidado de la Naturaleza, se está incluyendo así a los desposeídos; se los incluye definitivamente en un proyecto para todos. En cambio, la oferta de trabajo juvenil de las mineras y forestales es sólo una inversión demagógica que ellas hacen por unos meses para engañar y darle salarios dignos a los jóvenes de la localidad. Es pura propaganda pasajera para edificar con las manos de esos mismos jóvenes la infraestructura del monstruo saqueador, del mismo emprendimiento genocida que en un futuro cercano los expulsará a ellos mismos de toda esperanza y envenenará el entorno en el que crecieron. ¡Miren el ejemplo de Fray Bentos: la desesperanza instalada definitivamente, las evaluaciones ambientales falsificadas o aplazadas!
El proyecto alternativo existe. Más fuentes de trabajo más estables, a partir del uso racional, sustentable, de los inmensos recursos de tierras y de capacidades humanas de los que disponemos. Mientras lo difundimos, mientras lo enriquecemos con el aporte de todos, bien, mientras tanto, señores, repetimos la pregunta ¿Quieren de verdad rescatar la tierra de su sentencia de muerte? Bien; entonces, mientras pensamos juntos, mientras aprendemos de la gente del campo, impulsemos juntos la MORATORIA.
-MORATORIA INMEDIATA Y GENERAL A LA EXPANSIÓN DE LOS MONOCULTIVSO FORESTALES
-MORATORIA INMEDIATA A LA EXPANSIÓN DE LA SOJA TRANSGÉNICA
-MORATORIA INMEDIATA Y TOTAL A LA MINERÍA A CIELO ABIERTO
Que cada uno se defina. El pueblo oriental está alerta; como en 1811, y renace su admirable alarma.
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