miércoles, 16 de julio de 2008

No aceptamos este sistema económico donde se salvan unos pocos

Eduardo Hernández

En estos días y en los meses siguientes una parte de la población uruguaya estará procesando un nuevo mazazo fiscal de este gobierno con la reliquidación del IRPF. Funcionarios que corren de un empleo a otro para poder de esta forma llegar un poco más holgados a fin de mes, pero sin poder alcanzar en la mayoría de los casos la canasta básica, deberán en tres cuotas efectuar el pago de altas sumas de dinero de impuesto al trabajo, correspondientes a los últimos seis meses del año pasado. La impotencia que siente la mayoría de ellos frente a estas improvisaciones del gobierno,es que indudablemente terminarán desgastando la poca fuerza laboral que aún tiene nuestro país. Una jerarca de gobierno dijo días pasado que “el tema se les había pasado”, y que no lo habían analizado en profundidad, como si el bolsillo de los trabajadores admitiera este tipo de distracción. Quizás no se les pasó, sino que no quisieron “dar el brazo a torcer”, cuando se les dijo que esta reforma tributaria era sumamente injusta para el trabajador y los jubilados ya que debían pagar el 80% de la misma, siendo que al capital le corresponde solo el 20%. Tales son las improvisaciones del gobierno, que a lo largo del tiempo hace anuncios, y contra anuncios en situaciones que a la gente le varían todos los días. Se había dicho que el mínimo no imponible se iba a elevar a mediados de este año, -luego parece que se olvidaron- y ahora lo anuncian que la medida se efectuará para principios del año próximo, - casualmente año electoral. Ahora -un Ministro de Economía tan eficiente, con tantos reconocimientos, que supuestamente aspira a ser electo como Presidente de todos los uruguayos, -¿como es qué comete tantos errores, tantas improvisaciones? ¿Cuántos cálculos no le dieron en estos apenas tres años?. Hoy medio país está en conflicto. La policía, la salud, la enseñanza, etc. y se sienten encendidos reclamos de todas partes en el agro. Pero lo peor de este gobierno es que no ha cambiado las cuestiones de fondo, ni siquiera se pueden visualizar pequeñas acciones en ese sentido. No le ha solucionado nada a la gente de a pie. Bajos salarios, alta carestía en alimentos, comunicaciones, energía, etc. etc., acompañado de una inseguridad reinante que se acrecienta día a día. ¿Se han efectuado cálculos sobre los costos anuales que las familias o la pequeña o mediana empresa efectúan en seguridad?. Empresas de seguridad, serenos, alarmas, rejas, etc. cubre el rubro al cual nos hemos que tenido familiarizar en los últimos tiempos. Ahora, ¿qué hizo este gobierno para revertir la situación?. ¿Qué políticas sociales y económicas creó para efectuar cambios reales?. Si su única alternativa era “limosnear” a través del Plan de Emergencia, suponemos que ya habrán asumido que se equivocaron radicalmente. Se equivocaron en todos los sentidos. En primer lugar porque no fue una salida digna para los beneficiarios y segundo puesto que está bien claro que no da buen resultado esas políticas de asistencialismo cuando no se exige ninguna contrapartida laboral. Los cinturones de pobreza se siguen incrementando entorno a los centros urbanos y no se visualizan salidas. Ahora bien, ya es tiempo que dejemos de esperar por estos actores políticos que tenían a “los más necesitados”, solo en los discursos y busquemos nuevos caminos. Si bien pobreza, marginación y delincuencia no son temas que estén estrecha y necesariamente unidos, ambos pueden fermentar en conjunto si con el resto de la sociedad no se busca salida en conjunto. La delincuencia que no se soluciona con más y mejores cárceles, tiene sus variables muy unidas a la falta de trabajo. No a la falta temporal, sino a la generacional. Estudios sociológicos efectuados en los cantegriles más pobres demuestran en primer lugar que en la mayoría de los casos “un abuelo o “padre”, tenía trabajo estable en alguna fábrica que cerró, o en el campo y en segundo lugar otra apreciación muy interesante es que a medida que pasan las generaciones, la “pobreza digna de antes” se va perdiendo. Por eso, todo aquello que no encaremos seriamente como sociedad será con el paso de cada día un peso cada vez mayor para el resto. Esa es una de las causas por las cuales entendemos como fundamental el hecho de revertir, -como uno de los caminos para generar empleo digno-, la calamitosa situación en que se encuentra la pequeña industria manufacturera nacional. Pero esta pequeña industria no podrá florecer nunca en la medida que sigan las puertas abiertas al ingreso de artículos que podrían industrializarse en nuestro país. No nos cabe la menor duda, que es esa una de las formas de generar empleo. Quizás y por qué no, la producción no tenga los bajos costos que hoy tienen los productos importados, ¿pero cuánto estaremos revirtiendo las situaciones de deterioro social?, ¿cuánto menos tendremos que invertir en políticas sociales?, ¿cuanto menos tendremos que invertir en seguridad?. ¿Cuánto más seremos verdaderos solidarios realmente entre los uruguayos?. No nos gustan esos grandes números del capitalismo liberal, que nunca llegan a la gente. Todo lo contrario, la mayoría vive cada vez peor y más marginado. Las cárceles están cada vez más saturadas y su población es cada día más joven. No aceptamos este sistema económico donde se salvan unos pocos. Y este gobierno apostó a ese capitalismo liberal, el que nos aleja cada vez más del sentir y querer del verdadero pueblo uruguayo.

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